Tres años después de casarme con mi esposo, no podía contarle sobre la única insatisfacción en mi feliz vida. En ese entonces, se suponía que debía cuidar a mi suegro, quien necesitaba cuidados debido a una lesión, pero no podía agradarle a mi arrogante suegro. Además, me acosaba sexualmente repetidamente robándome la ropa interior, y yo lo consolaba, quien solo me pidió mi cuerpo una vez. Se suponía que ese sería el final de la historia, pero él vio a través de mí que estaba insatisfecha con mi vida nocturna…